Los seres humanos estamos en permanente evolución por naturaleza. No somos los mismos que fuimos hace siglos puesto que las ideas que la misma humanidad ha ido teniendo en el transcurrir de los años, han hecho que pensemos diferente por cada reflexión que cualquiera haya hecho en algún momento.
Cada día nuestras vidas van cambiando, esa es la rutina. Para que ésta no se haga pesada debemos aprender a convivir con nosotros mismos que, a la par de las circunstancias, también vamos presentando nuevas versiones de lo que hemos sido.
En efecto, cada uno de nosotros, bien sea como ser humano o ser social, va presenciando una serie de cambios que en definitiva nos forman la personalidad. Nunca estamos quietos, nuestros pensamientos con los minutos van recibiendo información de todas las fuentes posibles y que ineludiblemente tenemos que procesar para poder afrontar lo que nos pasa.
Como seres sociales, todavía debemos estar más atentos a todos esos datos continuos que llegan de tantas partes y lugares como de personas que frecuentamos. Nuestra vida en familia, nuestras relaciones personales y nuestra vida laboral siempre siempre van de la mano generándonos inquietudes y retos mentales que debemos sortear con la información que hemos recopilado con el tiempo.
De modo que, quienes no hayan organizado bien sus conceptos y conocimientos, partiendo pues desde su propia experiencia de vida, tendrán muchos líos para encarar debidamente esos cambios que, a como dé lugar, será su responsabilidad hacerse cargo de cualquier cosa que suceda con ellos.
Ahora bien, que dichas modificaciones van a generarnos inquietudes e incertidumbres y por ende nos ocasionarán temores, claro que sí; pero eso también quiere decir que pueden producirnos expectativas y anhelos que puedan brindarnos satisfacción absoluta.
En otras palabras, depende enteramente de nosotros mismos, como individuos, al hacernos cargo de cualquier circunstancia, que lo que nos pase sea conveniente o incómodo para continuar con lo que sigue.
Supongamos que atravesamos un momento de nuestras vidas agitado, en el que todos nuestros círculos están apretándonos con nueva información y nuevas situaciones, causando que nuestros estados de ánimo se sobresalten. Preguntas y dudas en lo familiar y personal, quizás malestares o conflictos laborales que hacen estresarnos. Al punto de llegar a pasar por momentos desastrosos, que nos hacen terminar el día con un montón de preocupaciones.
Seguidamente, deberíamos estar interpretando la situación con todos los fundamentos que hemos recopilado al respecto, pero es ahí donde se presenta el enredo principal, y es que resulta que muchos de nosotros nunca ha hecho una pausa si quiera para tratar de separar los espacios y así evitar que un dato que corresponde al trabajo no trascienda al ámbito personal o a la inversa, sea cuál sea el estado.
Entonces, cuando no tenemos claro lo que buscamos de cada hecho, nos chocamos de frente con algo que no sabemos manejar y es por eso decidimos equivocadamente y el final va a ser una carga tan pesada que agotará rápidamente nuestras energías.
Es por eso que, reconociendo el cambio constante que vivenciamos, deberíamos estar al día con nuestro pensamiento, para que una vez se presente el conflicto natural, estemos firmes para encararlo como debe ser sin tener que hacer mucho drama y así darle paso a lo que se viene, sin cansancio emocional ni estrés.
En suma, es nuestro deber personal conocernos bien, así entenderemos mejor nuestro entorno y de esa manera comprenderemos mejor las diversas situaciones que vivamos.